Mateo siempre se ha caracterizado por ser muy tranquilo, claro, en casa no para, pero en otros lugares y con otras personas es reservado y no da gran batalla. Hasta ayer.
Nos encontrábamos en la capilla a la que asistimos, yo platicaba con una amiga mientras Mateo jugaba por ahí con un mazo de llaves de su papá, llegó el hijo de mi amiga (un año mayor que Mateo) y al parecer le quita las llaves a Mateo, digo al parecer porque yo estaba de espaldas a ellos y fue el llanto de ambos el que me hizo voltear y acercarme rápidamente, el hijo de mi amiga tenía las llaves en sus manos y lloraba con mucho dolor mientras se tocaba la espalda, Mateo lloraba también. Pasó que Mateo lo había mordido en la espalda.
Obviamente, sentí mucha pena (pena de dolor/sufrimiento, no de vergüenza/bochorno), primero por el niño, la mordida, su dolor, su llanto, su mamá que es mi amiga (a quien por cierto aprecio mucho y muy probablemente lea esto), en fin, y segundo, porque no es costumbre de Mateo reaccionar así, tuvo que haber sentido mucho coraje y frustración al tratar de defenderse ante alguien con más fuerza y capacidad que él.
Tomé a Mateo en brazos, intenté que se calmara un poco, lo consolé porque seguramente estaba asustado por todo lo que provocó, y una vez que dejó de llorar le dije, lo más firmemente que pude, que no debió hacer eso, que si alguien intenta quitarle algo le puede decir que no, me puede pedir ayuda a mí, pero nunca pegar ni morder; pueden parecer palabras muy elevadas para un niño que a penas cumplirá dos años, pero creo que algo entendió porque volvió a soltar el llanto al sentirse regañado. ¿Ustedes qué hubieran hecho?
Yo traté de mantener la calma, no quería enviar a Mateo un mensaje incorrecto. Defenderse estuvo bien, pero hacerlo por medio de la agresión, eso nunca está bien. Quizás unas nalgadas, un jalón o gritos hubieran sido más efectivos a la hora de querer hacerlo escarmentar, pero no puedo pedirle que no lastime a los demás mientras yo lo lastimo a él, no tiene lógica enseñar a los niños a evitar la violancia ejerciendo violencia sobre ellos (física, emocional o psicológica).
Hice uso de los únicos recursos que tengo para eseñarle algo a mi hijo: mi voz y mi ejemplo. ¿Estuvo bien? ¿Estuvo mal? Eso ni yo misma lo sé ahora, pero espero que con suerte ambos niños hayan aprendido algo: que no está bien quitarle a los demás las cosas arbitrariamente y que podemos defendernos sin lastimar a nadie.
Ya por la noche, mientras preparaba a Mateo para dormir, le pregunté si se acordaba que había mordido a Leonardo, dijo que sí, que en la espalda, por las llaves, que lloró, que Leonardo también lloró. Le repetí lo mismo de antes, defenderse sin morder ni pegar. ¿Vas a morder a Leonardo otra vez?- le pregunté. Dijo que no moviendo su cabeza. Espero de todo corazón que así sea, y que esa mordida en la espalada de Leonardo sane pronto.
Nos encontrábamos en la capilla a la que asistimos, yo platicaba con una amiga mientras Mateo jugaba por ahí con un mazo de llaves de su papá, llegó el hijo de mi amiga (un año mayor que Mateo) y al parecer le quita las llaves a Mateo, digo al parecer porque yo estaba de espaldas a ellos y fue el llanto de ambos el que me hizo voltear y acercarme rápidamente, el hijo de mi amiga tenía las llaves en sus manos y lloraba con mucho dolor mientras se tocaba la espalda, Mateo lloraba también. Pasó que Mateo lo había mordido en la espalda.
Obviamente, sentí mucha pena (pena de dolor/sufrimiento, no de vergüenza/bochorno), primero por el niño, la mordida, su dolor, su llanto, su mamá que es mi amiga (a quien por cierto aprecio mucho y muy probablemente lea esto), en fin, y segundo, porque no es costumbre de Mateo reaccionar así, tuvo que haber sentido mucho coraje y frustración al tratar de defenderse ante alguien con más fuerza y capacidad que él.
Tomé a Mateo en brazos, intenté que se calmara un poco, lo consolé porque seguramente estaba asustado por todo lo que provocó, y una vez que dejó de llorar le dije, lo más firmemente que pude, que no debió hacer eso, que si alguien intenta quitarle algo le puede decir que no, me puede pedir ayuda a mí, pero nunca pegar ni morder; pueden parecer palabras muy elevadas para un niño que a penas cumplirá dos años, pero creo que algo entendió porque volvió a soltar el llanto al sentirse regañado. ¿Ustedes qué hubieran hecho?
Yo traté de mantener la calma, no quería enviar a Mateo un mensaje incorrecto. Defenderse estuvo bien, pero hacerlo por medio de la agresión, eso nunca está bien. Quizás unas nalgadas, un jalón o gritos hubieran sido más efectivos a la hora de querer hacerlo escarmentar, pero no puedo pedirle que no lastime a los demás mientras yo lo lastimo a él, no tiene lógica enseñar a los niños a evitar la violancia ejerciendo violencia sobre ellos (física, emocional o psicológica).
Hice uso de los únicos recursos que tengo para eseñarle algo a mi hijo: mi voz y mi ejemplo. ¿Estuvo bien? ¿Estuvo mal? Eso ni yo misma lo sé ahora, pero espero que con suerte ambos niños hayan aprendido algo: que no está bien quitarle a los demás las cosas arbitrariamente y que podemos defendernos sin lastimar a nadie.
Ya por la noche, mientras preparaba a Mateo para dormir, le pregunté si se acordaba que había mordido a Leonardo, dijo que sí, que en la espalda, por las llaves, que lloró, que Leonardo también lloró. Le repetí lo mismo de antes, defenderse sin morder ni pegar. ¿Vas a morder a Leonardo otra vez?- le pregunté. Dijo que no moviendo su cabeza. Espero de todo corazón que así sea, y que esa mordida en la espalada de Leonardo sane pronto.