viernes, 26 de agosto de 2011

La violencia que aceptamos

La agresión física contra los niños y niñas es, digamos, la más evidente, todos podemos reconocerla estemos o no a favor de ella (hay que decirlo, hay quienes la aprueban). Sin embargo, ya se ha comentado que hay otros tipos de agresiones que también pueden considerarse violencia, y que no tienen nada que ver con una cachetada, un pellizco, una nalgada, un jalón, golpes con cintos, con zapatos, jalones de pelo, manazos en la boca, apretones en los brazos y demás expresiones de la violencia física.

Se trata de la violencia que no tiene cara de violencia pero que sin embargo, al menos para mí, lo es. Y voy a explicar por qué.

Ejemplo 1
Un pequeño llora inconsolablemente porque el niño con el que jugaba se fue, o por que su juguete se rompió, o porque no quiere irse de cierto lugar. Su madre se le acerca y empieza a decirle: "Ya. Silencio. No llores. Ya, cállate. No tienes por qué llorar. Silencio. Ya basta."
No entiendo cuál es el objetivo de reprimir el llanto de un niño o niña. En sus primeros años los niños son todo sentimiento, y necesitan llorar y reírse y demostrar sus emociones de manera libre, ellos no saben (como lo sabemos los adultos) de reprimir lo que sienten, para ellos es una necesidad. Que los padres reprimamos el llanto de un niño les enseña más que el sólo hecho de no llorar, les enseña a no expresarse, a guardarse lo que sienten para agradar a otros. Lo que hacemos es formar adultos completamente desconectados de sus emociones.

Ejemplo 2
Un bebé se duerme en los brazos de su madre o padre después de comer (pecho o biberón), a los minutos lo llevan a su cuna y el bebé protesta llorando, lo intentan hasta que se queda dormido. En la madrugada, el bebé despierta con un llanto inconsolable sabiéndose sólo en la cuna, sus padres despiertan y siguen intentado gran parte de la madrugada que el bebé acepte la cuna a pesar del llanto constante del bebé. Los padres cansados, el bebé cansado, una mala noche que desemboca en un mal día.
Obligar a dormir a un bebé o niño en un lugar en el que evidentemente no quiere, es violentar sus deseos y su necesidad de estar cerca de sus padres. Cuando son más grandecitos hay maneras de dialogar con ellos y de que acepten dormir en su propia cama, podemos idear estrategias que sean respetuosas con él. Pero un bebé no entiende de negociaciones. Para él, estar sólo en un cuarto es precisamente eso: estar sólo en un cuarto, no sabe que sus padres están en la habitación de enseguida. Los padres podemos llegar aprovecharnos de que el bebé está a expensas nuestras para hacer las cosas según nuestra conveniencia y sin tomar en cuenta la de él. Qué tan complicado puede ser quitarle un costado al barandal de la cuna y pegarla a nuestra cama, así dormimos todos bien, y cuando nuestro bebé crezca lo suficiente podremos proponerle la siguiente etapa y ayudarle a dar el siguiente paso.

Ejemplo 3
Un niño o niña se cae, se rompe su juguete o pasa cualquier otra cosa que lo haga sufrir. Los padres corren hacia él y tomándolo en los brazos en un instinto por protegerlo y consolarlo terminan diciendo: "Ya, no pasó nada".
Para el niño o niña pasó todo! De nuevo podemos caer en el error de minimizar lo que siente, de restarle importancia a algo que para él es tan doloroso. Un niño llora por cosas que para nosotros son insignificantes, pero ahí está el arte de poder ponernos en sus zapatos y hacerles sentir que entendemos su sufrimiento y que estamos ahí para reconfortarlo, no para decirle que no ha pasado nada.

Ejemplo 4
Unos padres pretenden que su hijo menor de 4 años se mantenga quieto y sentado en su lugar, se encuentran rodeados de otras personas. Si intenta levantarse lo regresan, lo fuerzan a quedarse en su sitio. El niño llora porque quiere moverse, los papás lo amenazan, empiezan a estresarse y a avergonzarse del comportamiento de su hijo.
A veces podemos ir en contra de la propia naturaleza de nuestro hijo, no hay niño que soporte la quietud, la inmovilidad, que pueda poner atención a algo que no le interesa, los que lo hacen (porque seguro que los hay) son la excepción a la regla, lo hacen porque así son, suele suceder. Nosotros como padres no debemos sentirnos mal de que nuestro hijo sea así, es natural y sano que busque desnvolverse. Mejor busquemos alternativas, siempre las hay.

A veces los papás podemos ser violentos sin quererlo. Hay una naturaleza que late dentro de cada niño y bebé, ellos viven con el instinto a flor de piel y tratar de reprimirlo a la fuerza o ignorarlo es violentarlos, es agredirles. Cedamos cuando no haya motivos para seguir obligándolos. Esforcémonos un poco, busquemos maneras de encauzar en vez de controlar, de convencer en lugar de vencer.


4 comentarios:

  1. Adriana:
    Muy buena reflexión sobre la manera de violentar a los niños. Es cierto, más allá de la violencia física, que el común de la gente ya aborrece, está la violencia psicológica y la de represión. Los niños tienen derecho a expresarse y a no ser reprimidos, sin embargo a veces, el mismo sistema en el que uno está inmerso, te hace caer en errores, de los que uno no se da cuenta. Gracias, estaré más atenta!!!.
    Besos y abrazos!

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  2. Bonita reflexión...la gran mayoría de las veces que intentamos reprimir los llantos de los niños es cuando estamos rodeados de gente... ¿nos avergüenza que nuestros hijos lloren?...parece ser que en esta sociedad no está bien aceptado llorar en público, verdad? Besos.

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  3. asì es, existen distintos tipos de violencia y es muy facil caer en cualquiera de ellos inconcientemente. Me ha gustado tu blog, tambièn soy de Mèxico. Espero tambièn puedas seguir mi blog si es que de agrada. Besos

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  4. Hola Adriana como estas?
    Voy a dejarte un premio por ser una "Mamá Ecológica"! Chequea mi blog los pasos a seguir... Te mando un abrazo fuerte y sigue escribiendo sobre educacion, amamantamiento, ecologia... estas cosas que tanto nos gusta!...

    Un beso

    Silvana

    http://mamae-cologica.blogspot.com/2011/08/premio-por-ser-una-mama-ecologica.html

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