He pasado días compartiendo enlaces y noticias sobre el tema en facebook, tratando, aún estando tan lejos de ellas, de que la gente por acá en México se enterara de la injusticia cometida con estas dos mujeres (madre e hija), contribuyendo con lo poco que puedo hacer desde acá.
El saber que Alma y Habiba están juntas otra vez me ha devuelto el entusiasmo en muchas cosas. Puede parecer extraño, pero gran parte de mi tristeza y desgano en días pasados tenía que ver con la atrocidad cometida, diciéndonos a todos lo desprotegidos que estamos de frente a instituciones ignorantes y desconectadas por completo del bienestar humano. Todo los días prendía la computadora esperanzada de ver un encabezado en algún blog o sitio web que me dijera que Alma se encontraba de nuevo en brazos de su madre, pero no sucedía, y yo con mi hijo a un lado lloré varias veces de angustia y de impotencia al imaginarme a la bebé Alma en brazos desconocidos, preguntándose en dónde estaba su madre.
Hoy se encuentran juntas y no quepo de tanta alegría y emoción. Tal vez ellas nunca sepan que en este desierto mexicano, había alguien que oraba por ellas, que acunaba a su hijo deseando que Alma pudiera sentir un poco de ese amor, que lloraba junto a Habiba y que se indignaba junto a toda esa red de personas comprometidas con su caso, con todos los que alrededor del mundo nos estremecimos con la noticia y que desde nuestras trincheras, grandes o pequeñas, intentamos aportar algo.
Esta red que hemos formado debe continuar luchando porque nunca más algo así suceda en ningún lugar del mundo. Seamos comprometidos vigilantes del bienestar de nuestros niños, de los niños de nuestra ciudad, país, del mundo entero.
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