El baúl de mi casa
El bienestar de nuestro hogar
lunes, 17 de junio de 2013
sábado, 4 de mayo de 2013
sábado, 9 de marzo de 2013
Nos fuimos a la Bicicleteada Rosa
Regularmente, quienes estamos interesados en vivir de una forma respetuosa con el medio ambiente, recurrimos a las malas noticias y a la falta de acciones sobre este tema para informar y generar conciencia con las personas que están a nuestro alrededor o a las que tenemos acceso, que si en la ciudad no hay un sistema de reciclaje, que no hay quien regule los carros que contaminan en exceso, que los productos que usamos para limpiar nuestra casa están contaminando la poca agua disponible en el planeta, que el cambio climático empieza a ser cada vez más evidente, etc., la lista puede continuar; pero, algo debe estar cambiando en la forma en que los seres humanos empezamos a percibir las cosas que valen la pena en este mundo y me da gusto estarlo notando en mi ciudad.
Durante los últimos meses la ciudad se ha llenado de bicicletas, hay rodadas colectivas varios días a la semana y el uso de la bicicleta empieza a normalizarse. Posiblemente sea una moda, quizá, pero necesitamos más de estas modas. Con suerte, moverse en bicicleta se convierta no sólo en una actividad deportiva, sino en un medio de transporte, y poco a poco la ciudad y su infraestructura vaya siendo más amigable con los ciclistas.
Hoy por la mañana nos fuimos a la una Bicicleteada Rosa, conmemorando el Día Internacional de la Mujer que fue ayer. Hombres, mujeres y niños, vestidos de rosa o con algún distintivo de este color, estuvimos ahí, partimos de la Plaza Zaragoza hasta el Estadio Sonora y de regreso, fueron poco más de dos horas de recorrido.
Nos llevamos a Mateo, Muriel y a mi mamá. Yo estaba un poco preocupada porque sentía que los niños podían aburrirse o incomodarse y no podríamos hacer el recorrido completo, pero los dos fueron muy pacientes y disfrutaron (sobre todo Mateo, porque Muriel durmió bastante) del viaje, del clima, de la calle y de la gente que nos veía pasar y nos saludaba o nos sonreía.
Pedro y Mateo |
Un descanso y un poco de agua |
Preparando a los niños antes de iniciar |
Llegamos al estadio |
Nosotras |
martes, 12 de febrero de 2013
Plastilina casera no tóxica
Hace un par de semanas le regalaron a Mateo un kit para jugar con plastilina, está genial porque trae varios instrumentos para hacer diferentes formas, un rodillo, moldes, etc. y cuatro botecitos con plastilina, la cual duró muy poco porque, además de que era una pequeña cantidad, los ha usado día tras día y no siempre hemos tenido el cuidado de guardarla a tiempo por lo que se secó y ya no está apta para usarse.
El siguiente paso era hacer nosotros la plastilina. Alguna vez lo intentamos con una receta que me encontré pero no tuvo muy buen resultado. Buscando de nuevo algo que funcionara mejor me topé con esta receta que es básicamente la misma que probé la vez anterior pero con la diferencia de que hay que cocinarla (en la anterior se mezclaba todo y se amasaba en frío), para mi sorpresa este detalle hizo toda la diferencia, obtuvimos una plastilina de gran calidad y que no le pide nada a la Play-Doh, por ejemplo.
En el enlace se encuentra la receta completa y muy bien explicada así que les invito a pasarse por ahí; al final del artículo se dan algunas muy buenas ideas de cómo jugar con plastilina.
Una aportación mía: entre los ingredientes se encuentra el cremor tártaro (ácido tartárico o bitartrato de potasio), una sustancia muy usada en pastelería para impedir que el azúcar se cristalice, para aumentar el volumen de alguna masa o para estabilizar las claras de huevo, pero yo no tenía manera ni humor de salir a buscar tal sustancia así que entre las páginas que visité para averiguar más sobre el cremor tártaro leí que en las preparaciones pasteleras puede ser sustituido por bicarbonato de sodio o con polvo para hornear y que, precisamente, éste último es una mezcla de bicarbonato y cremor tártaro, entonces sustituí el cremor tártaro por polvo para hornear y obtuvimos un muy buen resultado. Al poner la mezcla al fuego se pega un poco a la olla pero es muy fácil de quitar al lavarla si previamente la ponemos un rato a remojar.
Ojalá lo intenten y la pasen también como nosotros.
El siguiente paso era hacer nosotros la plastilina. Alguna vez lo intentamos con una receta que me encontré pero no tuvo muy buen resultado. Buscando de nuevo algo que funcionara mejor me topé con esta receta que es básicamente la misma que probé la vez anterior pero con la diferencia de que hay que cocinarla (en la anterior se mezclaba todo y se amasaba en frío), para mi sorpresa este detalle hizo toda la diferencia, obtuvimos una plastilina de gran calidad y que no le pide nada a la Play-Doh, por ejemplo.
En el enlace se encuentra la receta completa y muy bien explicada así que les invito a pasarse por ahí; al final del artículo se dan algunas muy buenas ideas de cómo jugar con plastilina.
Una aportación mía: entre los ingredientes se encuentra el cremor tártaro (ácido tartárico o bitartrato de potasio), una sustancia muy usada en pastelería para impedir que el azúcar se cristalice, para aumentar el volumen de alguna masa o para estabilizar las claras de huevo, pero yo no tenía manera ni humor de salir a buscar tal sustancia así que entre las páginas que visité para averiguar más sobre el cremor tártaro leí que en las preparaciones pasteleras puede ser sustituido por bicarbonato de sodio o con polvo para hornear y que, precisamente, éste último es una mezcla de bicarbonato y cremor tártaro, entonces sustituí el cremor tártaro por polvo para hornear y obtuvimos un muy buen resultado. Al poner la mezcla al fuego se pega un poco a la olla pero es muy fácil de quitar al lavarla si previamente la ponemos un rato a remojar.
Ojalá lo intenten y la pasen también como nosotros.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Mi segunda cesárea
Han pasado casi cinco meses desde la última vez que publiqué algo en este blog. Hace cinco meses aún estaba embarazada y mi vida era un tanto diferente a lo que es ahora. Hace cinco meses, faltándome mes y medio para dar a luz, parecía tan posible hacer realidad mi deseo de vivir un parto natural que si alguien me hubiera dicho que iba a salir del hospital con una nueva cesárea a cuestas, no lo hubiera creído.
Probablemente en todo lo que yo imaginé que sería el nacimiento de Muriel quedó algún cabo suelto, algo no terminó de conectarse, algo de lo que no me percaté; y con esa pieza sin cuadrar inició el proceso. A las una de la madrugada se me rompió la fuente, a los cinco minutos tuve la primera contracción ya con dolor, todo empezó a intensificarse así que se llegó la mañana sin haber podido dormir nada. Alrededor de las doce de la mañana pedí un analgésico porque me estaba durmiendo parada, el procedimiento fue el mismo que para la epidural, cuando me puse en posición fetal para que me colocaran el catéter me quedé dormida, no me enteré de nada. Tuve dos horas de descanso, sin dolor, y pude dormir un poco. Después el efecto del analgésico empezó a disminuir.
Acompañada de Pedro pusimos en práctica todo lo que habíamos aprendido en la clase de preparación para el parto y lo que mi doctor nos había aconsejado. Movimiento, balanceo en la pelota, baño de agua caliente, presión en la baja espalda, más movimiento, más balanceo. Y las horas pasaron. Ya por la tarde yo estaba completamente agotada y sentía que había llegado a mi límite, no sabía cuántas horas más podía pasar así. Después de una plática con mi doctor y de escucharle decir con su voz cálida: "vamos a hacer lo que necesites", decidí entrar al quirófano. Sí, yo lo decidí, con la tristeza de quien ve partir el barco en el que se marchan sus seres queridos.
El 30 de mayo de este año, después de 41 semanas de embarazo, a las 6:18 de la tarde nació Muriel, una hermosa y enorme bebé, pesando 4.870 kgs, idéntica a su hermano Mateo, una bebé grande y fuerte, que aguantó conmigo las casi 18 horas de trabajo de parto que no culminaron con lo que yo hubiera deseado para ella y para mí.
Que si el tamaño de Muriel pudo haber provocado que el parto no se diera (mi mamá dio a luz por parto a uno de mis hermanos con 4.800 kgs), que con el analgésico que me aplicaron se detuvo el proceso de dilatación, que debí haber aguantado más, que no confié en mi cuerpo, que me traicionó mi propio cerebro. Bueno, pudo ser todo a la vez
Esta vez, a diferencia de la primera cesárea, sólo yo soy responsable. Esta vez, no voy a decir que me robaron el parto, que la desinformación me hizo tomar malas decisiones, que el personal sanitario estaba en mi contra, que fui presionada en mi estado más vulnerable. No. Quizás es eso lo que más duele ahora. Pero ya no es un dolor que desgarra, ese ya lo pasé, acompañada y sostenida por las personas que más me quieren en este mundo. Hoy es un dolor sereno, maduro, responsable.
Mi doctor me habló de lo beneficioso y saludable que es el trabajo de parto para el bebé y para la madre, es un proceso en el que se activan ciertos mecanismos biológicos indispensables, sobre todo a nivel cerebral en el caso del bebé, el útero de la madre se recupera mejor y el cóctel de hormonas circulando propician otros beneficios (sobre este tema quisiera abundar en una próxima entrada). De ahí el daño que producen las cesáreas programadas.
Me siento muy agradecida por quienes aportaron su granito para que yo pudiera ir en busca de mi deseo, aunque no haya tenido el final que deseábamos. A Pedro, mi esposo, mi compañero en esa habitación, gracias por tus palabras, por tus abrazos, por el baño de agua caliente, por tus masajes, por estar aunque había momentos en los que no me percataba de ello. A mis papás por cuidar a Mateo y por entender desde el principio el motor de mi deseo. A mi doctor, por su presencia oportuna y por sus sabias ausencias, su trabajo vale cada peso de los honorarios que pagamos. Sé que el resto de las personas nunca llegaron a entender por qué me aferraba a la idea de un parto natural, pero sé que dentro de todo me deseaban lo mejor.
Y bueno, Muriel pronto cumplirá cuatro meses, ya podrán imaginarse lo grandota que es. Y como ocurrió cuando nació Mateo, ha sido la lactancia materna la que nos ha salvado (este tema también merece una entrada aparte). Esta vez todo ha sido sencillo y natural, el hecho de que Muriel haya nacido grande hizo que su succión fuera fuerte desde un principio y no tuvimos ningún problema.
Dejo esta, mi catarsis.
Feliz de regresar a la vida bloguera :)
Probablemente en todo lo que yo imaginé que sería el nacimiento de Muriel quedó algún cabo suelto, algo no terminó de conectarse, algo de lo que no me percaté; y con esa pieza sin cuadrar inició el proceso. A las una de la madrugada se me rompió la fuente, a los cinco minutos tuve la primera contracción ya con dolor, todo empezó a intensificarse así que se llegó la mañana sin haber podido dormir nada. Alrededor de las doce de la mañana pedí un analgésico porque me estaba durmiendo parada, el procedimiento fue el mismo que para la epidural, cuando me puse en posición fetal para que me colocaran el catéter me quedé dormida, no me enteré de nada. Tuve dos horas de descanso, sin dolor, y pude dormir un poco. Después el efecto del analgésico empezó a disminuir.
Acompañada de Pedro pusimos en práctica todo lo que habíamos aprendido en la clase de preparación para el parto y lo que mi doctor nos había aconsejado. Movimiento, balanceo en la pelota, baño de agua caliente, presión en la baja espalda, más movimiento, más balanceo. Y las horas pasaron. Ya por la tarde yo estaba completamente agotada y sentía que había llegado a mi límite, no sabía cuántas horas más podía pasar así. Después de una plática con mi doctor y de escucharle decir con su voz cálida: "vamos a hacer lo que necesites", decidí entrar al quirófano. Sí, yo lo decidí, con la tristeza de quien ve partir el barco en el que se marchan sus seres queridos.
El 30 de mayo de este año, después de 41 semanas de embarazo, a las 6:18 de la tarde nació Muriel, una hermosa y enorme bebé, pesando 4.870 kgs, idéntica a su hermano Mateo, una bebé grande y fuerte, que aguantó conmigo las casi 18 horas de trabajo de parto que no culminaron con lo que yo hubiera deseado para ella y para mí.
Que si el tamaño de Muriel pudo haber provocado que el parto no se diera (mi mamá dio a luz por parto a uno de mis hermanos con 4.800 kgs), que con el analgésico que me aplicaron se detuvo el proceso de dilatación, que debí haber aguantado más, que no confié en mi cuerpo, que me traicionó mi propio cerebro. Bueno, pudo ser todo a la vez
Esta vez, a diferencia de la primera cesárea, sólo yo soy responsable. Esta vez, no voy a decir que me robaron el parto, que la desinformación me hizo tomar malas decisiones, que el personal sanitario estaba en mi contra, que fui presionada en mi estado más vulnerable. No. Quizás es eso lo que más duele ahora. Pero ya no es un dolor que desgarra, ese ya lo pasé, acompañada y sostenida por las personas que más me quieren en este mundo. Hoy es un dolor sereno, maduro, responsable.
Mi doctor me habló de lo beneficioso y saludable que es el trabajo de parto para el bebé y para la madre, es un proceso en el que se activan ciertos mecanismos biológicos indispensables, sobre todo a nivel cerebral en el caso del bebé, el útero de la madre se recupera mejor y el cóctel de hormonas circulando propician otros beneficios (sobre este tema quisiera abundar en una próxima entrada). De ahí el daño que producen las cesáreas programadas.
Me siento muy agradecida por quienes aportaron su granito para que yo pudiera ir en busca de mi deseo, aunque no haya tenido el final que deseábamos. A Pedro, mi esposo, mi compañero en esa habitación, gracias por tus palabras, por tus abrazos, por el baño de agua caliente, por tus masajes, por estar aunque había momentos en los que no me percataba de ello. A mis papás por cuidar a Mateo y por entender desde el principio el motor de mi deseo. A mi doctor, por su presencia oportuna y por sus sabias ausencias, su trabajo vale cada peso de los honorarios que pagamos. Sé que el resto de las personas nunca llegaron a entender por qué me aferraba a la idea de un parto natural, pero sé que dentro de todo me deseaban lo mejor.
Y bueno, Muriel pronto cumplirá cuatro meses, ya podrán imaginarse lo grandota que es. Y como ocurrió cuando nació Mateo, ha sido la lactancia materna la que nos ha salvado (este tema también merece una entrada aparte). Esta vez todo ha sido sencillo y natural, el hecho de que Muriel haya nacido grande hizo que su succión fuera fuerte desde un principio y no tuvimos ningún problema.
Dejo esta, mi catarsis.
Feliz de regresar a la vida bloguera :)
lunes, 16 de abril de 2012
Sólo para reportar que aún vivo
Cómo extraño este lugar y qué molesta me siento de tenerlo tan abandonado. Hemos tenido algunos problemas y por lo pronto no tenemos internet en casa. Sólo me acerco al intertet cuando vengo a casa de mis papás y sólo de pasada porque tampoco los visito para venir a sentarme a mis anchas frente a la computadora.
En fin. El mes que entra estaré dando a luz. Pasando la luna llena del 5 de mayo creo que podría ser cualquier día en adelante. Yo estoy que no me aguanto, no me duele nada, pero me muevo con torpeza y dificultad y termino el día con las piernas cansadísimas. El plan de dar a luz de forma natural sigue en pie, sólo que ahora hay un pequeño detalle que debemos descartar y es que mi placenta al parecer está muy cerca de donde se abrirá el canal de parto (una condición muy frecuente en quienes hemos tenido cesárea anteriormente), el doctor no pudo determinar si está obstruyendo totalmente la zona con su aparato de ultrasonido en 2D, así que habrá que revisar con un ultrasonido 3D. Yo sólo estoy deseando que no sea nada que impida tener el parto que he imaginado, soñado y planeado con mi doctor.
Por otra parte, Mateo se ha vuelto un niño ya, o bueno, eso es lo que él dice. Decidió dejar nuestra cama y dormir en su cuarto, lo cual me rompió el corazón pero que igual lo he tenido que respetar. Habla mucho y clarísismo, se puede mantener una conversación fluida con él sin problema, utiliza verbos conjugados, los tiempos, plural y singular, forma oraciones completas, además, se ha vuelto muy desenvuelto con las demás personas y tiene ocurrencias que sorprenden y dan mucha gracia. Es muy firme y decidido en lo que quiere y lo que no, y para sobrellevar esto hemos tenido que armarnos de paciencia y recordarnos a cada rato que es una persona independiente, con sus gustos, preferencias y que a su manera está aprendiendo a tomar desiciones, y claro, a afrontar las consecuencias. Mi esposo y yo hemos requerido de mucha comuncación entre nosotros, afortunadamente él es un papá extraordinario.
Bueno, dado el poco tiempo que tengo es lo que puedo contarles por ahora. A mis amigas bloggeras no se olviden que aunque no comento, no he dejado de leerlas y de aprender y maravillarme con sus hijos e hijas.
Hasta pronto. Abrazos.
En fin. El mes que entra estaré dando a luz. Pasando la luna llena del 5 de mayo creo que podría ser cualquier día en adelante. Yo estoy que no me aguanto, no me duele nada, pero me muevo con torpeza y dificultad y termino el día con las piernas cansadísimas. El plan de dar a luz de forma natural sigue en pie, sólo que ahora hay un pequeño detalle que debemos descartar y es que mi placenta al parecer está muy cerca de donde se abrirá el canal de parto (una condición muy frecuente en quienes hemos tenido cesárea anteriormente), el doctor no pudo determinar si está obstruyendo totalmente la zona con su aparato de ultrasonido en 2D, así que habrá que revisar con un ultrasonido 3D. Yo sólo estoy deseando que no sea nada que impida tener el parto que he imaginado, soñado y planeado con mi doctor.
Por otra parte, Mateo se ha vuelto un niño ya, o bueno, eso es lo que él dice. Decidió dejar nuestra cama y dormir en su cuarto, lo cual me rompió el corazón pero que igual lo he tenido que respetar. Habla mucho y clarísismo, se puede mantener una conversación fluida con él sin problema, utiliza verbos conjugados, los tiempos, plural y singular, forma oraciones completas, además, se ha vuelto muy desenvuelto con las demás personas y tiene ocurrencias que sorprenden y dan mucha gracia. Es muy firme y decidido en lo que quiere y lo que no, y para sobrellevar esto hemos tenido que armarnos de paciencia y recordarnos a cada rato que es una persona independiente, con sus gustos, preferencias y que a su manera está aprendiendo a tomar desiciones, y claro, a afrontar las consecuencias. Mi esposo y yo hemos requerido de mucha comuncación entre nosotros, afortunadamente él es un papá extraordinario.
Bueno, dado el poco tiempo que tengo es lo que puedo contarles por ahora. A mis amigas bloggeras no se olviden que aunque no comento, no he dejado de leerlas y de aprender y maravillarme con sus hijos e hijas.
Hasta pronto. Abrazos.
viernes, 9 de marzo de 2012
Una mañana en la cocina
Hoy me sentí bastante inspirada y decidí invertir tiempo en algo que me gusta mucho y que es hornear, además Mateo traía energía de sobra, así que le encantó la idea de ayudarme y ensuciar un poco, mucho más bien.
Nos pusimos manos a la obra con una pizza para la comida y un pan (o bizcocho) de chocolate para la media tarde. La receta de la masa de pizza que hicimos fue sacada de aquí y la del pan de aquí.
Empezamos con la foto inicial y Mateo quiso que también saliera Muriel, pero a estas alturas del embarazo no cabemos las dos en la misma foto, así que la afortunada fue ella :)
Nos pusimos manos a la obra con una pizza para la comida y un pan (o bizcocho) de chocolate para la media tarde. La receta de la masa de pizza que hicimos fue sacada de aquí y la del pan de aquí.
Empezamos con la foto inicial y Mateo quiso que también saliera Muriel, pero a estas alturas del embarazo no cabemos las dos en la misma foto, así que la afortunada fue ella :)
Listo para el horno. Aquí pasa algo muy curioso, siempre que terminamos de hacer la mezcla y llega la hora de meterla al horno, a Mateo no le gusta y llora como si de algo malo se tratara. La foto es antes de mencionarle el fatal momento que seguía.
La pizza lista. Esta vez elegimos salsa de tomate (hecha en casa), queso, aceitunas negras, cebolla, pimiento verde y champiñones. La verdad es que quedó muy rica.
Pasamos gran parte de la mañana en esto, es que cocinar con niños requiere de paciencia, pero es muy divertido y gratificante, sobre cuando entienden que lo que se están comiendo lo hicieron ellos con sus manos.
Saludos a todos.
Saludos a todos.
jueves, 8 de marzo de 2012
Resultado del Teje Conmigo
Me uní al Teje Conmigo de El blog de Evelyn, y este fue el resultado:
Soy principiante en esto de tejer con gancho, pero reconozco que me encanta y una vez que empiezo algo me comen las ansias de encontrar un tiempito libre para ponerme a tejer. Esto es lo primero que tejo para mi bebé, así que ya se habrán dado cuenta que se trata de una niña. Los primeros meses no quería dejarse ver pero ya con siete meses creo que podemos darlo por seguro. La esperamos para mayo y se llamará Muriel. Claro, el gorro lo tejí algo más grande porque lo estará estrenando para el próximo invierno, para entonces será una bebé de 6 meses.
Gracias a Evelyn! Seguro que me apunto en la próxima oportunidad.
Gracias a Evelyn! Seguro que me apunto en la próxima oportunidad.
lunes, 5 de marzo de 2012
Recordar lo que ya sabemos
Mateo tiene más de 2 años y reclama ya una autonomía que me deja sorprendida, además de una constante reafirmación de sus deseos acompañada, alguna de las veces, con algún berrinche o negación ante lo que su papá y yo le pedimos. Entonces, lo que hasta ahora he defendido sobre la crianza se pone a prueba, porque debemos reconocer que hablar de crianza respetuosa y demás adjetivos de "vanguardia" suele ser muy sencillo cuando tenemos a nuestro lado a un bebé de meses, un año o poco más, estamos convencidas(os) de tantas cosas y todo funciona como lo habíamos contemplado (me sucedió). Pero un bebé/niño de 2 años o más, tiene la capacidad de hacer temblar todo lo que hasta ahora había sido pan comido para los padres.
A veces, sobre todo cuando siento que la cosas se ponen difíciles en la relación que tengo con mi hijo en cuanto a lo que comúnmente llamamos disciplina, siento la necesidad de sentarme a recordar y repasar en mi mente, como para no perderlos de vista, los principios sobre los que decidí que iba criar a mi hijo; y en el cúmulo de voces, de recomendaciones, de sentencias sobre educación que llegan a mi mente, logro cerrar la bocina y regresar a la única información que importa, la que no he guardado en el cerebro sino en el corazón.
Pero hay otras ocasiones, en las que has perdido un poco el rumbo, en las que un momento de tranquilidad no es suficiente. Para esos momentos, necesitamos que las palabras de alguien más den forma a lo que podemos llegar a olvidar. Esto me ha ocurrido hoy al abrir el blog Maternidad Consciente de Mónica Manso, quien hoy publica este documento que a su vez ha sido tomado de otros blogs también muy interesantes.
A veces, sobre todo cuando siento que la cosas se ponen difíciles en la relación que tengo con mi hijo en cuanto a lo que comúnmente llamamos disciplina, siento la necesidad de sentarme a recordar y repasar en mi mente, como para no perderlos de vista, los principios sobre los que decidí que iba criar a mi hijo; y en el cúmulo de voces, de recomendaciones, de sentencias sobre educación que llegan a mi mente, logro cerrar la bocina y regresar a la única información que importa, la que no he guardado en el cerebro sino en el corazón.
Pero hay otras ocasiones, en las que has perdido un poco el rumbo, en las que un momento de tranquilidad no es suficiente. Para esos momentos, necesitamos que las palabras de alguien más den forma a lo que podemos llegar a olvidar. Esto me ha ocurrido hoy al abrir el blog Maternidad Consciente de Mónica Manso, quien hoy publica este documento que a su vez ha sido tomado de otros blogs también muy interesantes.
DECÁLOGO DE LA MADRE SEGÚN LA PSICOGENEALOGÍA
1.-He parido un hijo que no es mío. Lo entrego al mundo.
2.-Este hijo no ha venido a cumplir mi proyecto, ni los proyectos de mi árbol genealógico, sino el suyo propio.
3.-No lo bautizo con ningún nombre ya presente en el árbol, ni con nombres que le impriman un destino.
4.-Se lo doy todo, lo crío con afecto, sin dejar de ser yo misma, sin adicción al sacrificio, sino con responsabilidad y desde la libertad.
5.-Le ofrezco herramientas que ayuden a construir el edificio de su propia vida, pero acepto que tome libremente las que el juzgue adecuadas y rechace las inadecuadas para él. Me doy cuenta que la mejor manera de enseñar a un hijo no es con mítines, ni con límites, sino con el ejemplo.
6.-Acepto que deje de llamarme “mamá” cuando él lo decida, para pasar a llamarme por mi propio nombre, porque así rompe lazos de dependencia y la relación entre ambos se equilibra.
7.-Le permito y facilito que tenga un espacio privado e íntimo en la casa que sienta como su propio territorio.
8.- En cuanto a la elección de sus amistades, de su carrera, de sus actividades de ocio, etc., le escucho, le doy mi parecer, pero no selecciono nada por él, ni le prohíbo ni lo obligo.
9.- Dejo que mi hijo cometa errores, que se caiga, que no sea perfecto. Comprendo que cada fracaso es un cambio de camino y con ellos se crece cada día; si lo protejo demasiado lo bonsaitizo, nunca será adulto.
10.-Jamás definiré a mi hijo (“es tranquilo”, “eres nervioso”, “es tímido”…), porque entiendo que los niños se forman su autoconcepto a partir de lo que sus padres dicen de él. Le transmito que dentro de él están todas las posibilidades del ser, lo es todo en potencia.
Y regresa la calma a mí, tomo estas palabras e interiormente las hago mi bandera, porque mi corazón reconoce cada una de ellas y sabe que les ha asignado un lugar desde hace tiempo. Sólo necesitaba que alguien más las recitara.
Empezando la semana, los mejores deseos para todos.
[Fuente de imagen] Pintura acrílica sobre metal. "Madre e hijo" por Elizabeth Ruch
miércoles, 22 de febrero de 2012
El rancho de mis abuelos
Uno de los lugares más queridos para mí y del que guardo recuerdos muy valiosos es el rancho de mis abuelos. Era mi lugar preferido para pasar mis vacaciones de semana santa o de verano, en esas fechas coincidíamos varios de los primos y de verdad que la pasábamos muy bien. Sin luz eléctrica, ni tubería para el agua, vacas por todas partes, polvo por todas partes, podría parecer un destino no muy atractivo, pero para nosotros era lo mejor. Sin televisión, ni videojuegos, era necesario estar siempre inventando en qué entretenernos, ayudar a cocinar, a dar comida a las vacas, a limpiar (esto no siempre era de mi agrado), escuchar a mi abuelo tocar la guitarra y cantar o pedirle que por las noches nos contara historias de terror.
En junio del año pasado murió mi abuelo, y regresar al rancho y no verlo sentado en la mesa tomando café fue muy extraño. Ahora viven ahí mi abuela y una tía, supongo que para mi abuela permanecer en el rancho es su manera de sobrellevar la ausencia del que fue su compañero por casi 54 años.
Ya no soy más la niña, ni la adolescente de antes, ahora visito el rancho de mis abuelos con mi hijo de 2 años y embarazada de nueva cuenta, y no puedo dejar de pensar en que todo lo que mis abuelos construyeron con sus propias manos hoy lo disfrutarán mis hijos y los hijos de mis hermanos y de mis primos. Ellos no sabrán cuánto esfuerzo y cuánto sudor hay detrás de todo aquello (lo sabrán de nuestra boca), pero los que vivimos esos bellos tiempos veremos a mis abuelos en cada sonrisa, en cada juego, en cada aventura que nuestros hijos vivan ahí.
Me siento muy afortunada de poder regresar a ese lugar cada vez que quiera, de mostrarle a Mateo la naturaleza tan de cerca, de que pueda acariciar una vaca o un becerrito, que podamos pizcar albaricoques, de hacer caminatas por el monte, subir a la Loma de las mujeres y mientras viva mi abuela, disfrutar de su riquísimo pan. Las mismas cosa que yo hice de niña hoy las comparto con mi hijo.
En junio del año pasado murió mi abuelo, y regresar al rancho y no verlo sentado en la mesa tomando café fue muy extraño. Ahora viven ahí mi abuela y una tía, supongo que para mi abuela permanecer en el rancho es su manera de sobrellevar la ausencia del que fue su compañero por casi 54 años.
Ya no soy más la niña, ni la adolescente de antes, ahora visito el rancho de mis abuelos con mi hijo de 2 años y embarazada de nueva cuenta, y no puedo dejar de pensar en que todo lo que mis abuelos construyeron con sus propias manos hoy lo disfrutarán mis hijos y los hijos de mis hermanos y de mis primos. Ellos no sabrán cuánto esfuerzo y cuánto sudor hay detrás de todo aquello (lo sabrán de nuestra boca), pero los que vivimos esos bellos tiempos veremos a mis abuelos en cada sonrisa, en cada juego, en cada aventura que nuestros hijos vivan ahí.
Me siento muy afortunada de poder regresar a ese lugar cada vez que quiera, de mostrarle a Mateo la naturaleza tan de cerca, de que pueda acariciar una vaca o un becerrito, que podamos pizcar albaricoques, de hacer caminatas por el monte, subir a la Loma de las mujeres y mientras viva mi abuela, disfrutar de su riquísimo pan. Las mismas cosa que yo hice de niña hoy las comparto con mi hijo.
El corral
Los becerros a comer
Mateo quiere ayudar pero con un poco de miedo. Me gusta ver la sonrisa de mi abuela.
Ahora sí, con más confianza.
Y quiere seguir.
Muy contento trepado en el árbol.
Mateo con su abuela y bisabuela.
Con el gato Fili.
Por la noche, amasar y dejar reposando el pan.
Mateo hará sus propios panes.
Hornear por la mañana y disfrutarlos en el desayuno.
Los panes de Mateo no tiene la forma que él esperaba.
Se le ve un poco desilusionado.
Se le ve un poco desilusionado.
El árbol de albaricoques que por mayo estará rebozando.
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